El mayor proyecto internacional en Astronomía ha sido inaugurado en Chile: terminó de construirse el telescopio más grande del mundo. O para ajustarnos a la verdad, ALMA (Atacama Large Milimeter Array) abre sus ventanas al Universo con 66 grandes radiotelescopios, que han supuesto una inversión de mil trescientos millones de dólares.
Cuando comenzó esta iniciativa, se buscaba llegar hasta donde nadie había llegado: observar la formación de un planeta en directo, visualizar galaxias a millones de años luz o conocer los más secretos detalles de un agujero negro. Con estos objetivos, se planteó inicialmente la creación de un único telescopio tradicional, que ocuparía una superficie de quince kilómetros cuadrados. Dado lo descabellado de la idea, se comenzó a trazar un plan B que incluiría la construcción de telescopios más pequeños que funcionaran de manera simultánea y conjunta, ofreciendo los mismos resultados.
Este proyecto, situado en el desierto de Atacama, a cinco mil metros de altura en Chile, ha dado lugar, gracias a su complejidad técnica y los desafíos que tiene por delante, a una de las más bellas obras de ingeniería del mundo. El director de la iniciativa, Thijs de Graauw, afirmaba que ALMA iba a responder a muchas preguntas con nueva información, y que aportaría datos valiosos durante al menos los próximos 30 años.
En ese tiempo, seguro que muchos de los futuros astrónomos que hoy se inician en esta impresionante área de estudio a través de las nuevas tecnologías, podrán aportar a través de ALMA un conocimiento mucho más profundo del que tenemos actualmente sobre el Universo.
Detección de azúcar en un cometa espacial
Uno de los primeros resultados de ALMA el año pasado, aun sin haber sido inaugurada de manera completa, fue la detección alrededor de una estrella parecida al Sol trazas de azúcar (glicoaldehído) en el gas que rodeaba a IRAS-16293-2422.
Esta molécula, de extrema sencillez estructural, es un ingrediente básico por ejemplo en la formación del ARN, uno de los componentes biológicos esenciales para los organismos vivos. Gracias a la detección de este tipo de compuestos, podemos ser capaces de trazar en un futuro la historia de la química y la biología, y cómo de componentes tan simples se pudo llegar al origen de la vida. ALMA ha dado el primer paso en este caso gracias a su tecnología única en el mundo.
Formación de estrellas y planetas y estudio de agujeros negros
Dada la capacidad de ALMA para detectar luz no visible y enfocar nubes densas de gas frío que dan lugar a nuevas estrellas, ya ha realizado seguimiento en meses anteriores del desarrollo inicial de estrellas jóvenes, como son HD 142527 y AU Microscopii, en las que se están dando de manera inicial procesos de coalescencia que originarían en un futuro planetas.
La potencia de ALMA ha permitido también analizar una galaxia en la que se crean 100 soles por día, y que está situada a millones de años luz del planeta Tierra.
Por último, en palabras de los responsables del proyecto, este nuevo conjunto de radiotelescopios permitirá lo nunca visto: estudiar en profundidad los agujeros negros. Estos, entendidos como regiones finitas del espacio en cuyo interior se concentra una cantidad tan elevada de masa que es capaz de generar un campo gravitatorio del que no puede “escapar” ninguna partícula (tampoco la luz) han sido un verdadero misterio para la investigación en Astrofísica. Gracias al trabajo de ALMA se podrá avanzar mucho más rápido en este campo.
Buenas noticias las que nos llegan desde Chile, sin duda, que harán avanzar el conocimiento de la Ciencia en general y de la Física en particular, de una manera mucho más rápida y extraordinaria. Quién sabe si de aquí a treinta años muchos de los secretos del Universo son revelados gracias a ALMA.
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